agosto 11, 2009

Vine desde Uruguay - Elina Rydstrom y Martín Leis

Intercambio entrante Elina y Tincho
México DF, 09 de marzo de 2009
Reseña sobre el intercambio y sobre México.
Intentaremos trasmitir la experiencia de nuestro intercambio en unas pocas líneas, para que sirva de ejemplo para futuros entrenados.
Acerca de la ciudad de México, debemos destacar, que nos impresionó su magnitud, también la densidad de población. Sin embargo nos sentimos muy contentos al ver que el grado de polución existente no era tan elevado como nosotros pensábamos. De hecho nos alegró mucho poder ver el cielo y las estrellas.
Muchas veces se escuchan cosas de otros lados del mundo, en donde se exagera lo malo y no se comenta lo bueno. Ejemplo de ello es ver que el grado de inseguridad que se percibe en el DF, es mucho inferior a lo que nosotros esperábamos al llegar, dado que desde Uruguay sólo se escuchaba sobre secuestros, pandillas y guerra entre narcotraficantes. Viviendo en el DF, pudimos comprobar que no es, ni más ni menos, una ciudad como cualquier otra, donde suceden cosas como en cualquier otra y donde aún se puede caminar tranquilo por la calle. Si bien al principio estábamos un poco más atentos a nuestro entorno de lo que acostumbramos, con el paso del tiempo, nos fuimos afianzando y la paranoia por un posible robo o secuestro se nos fue pasando.
Descubrimos que la sociedad mexicana es muy similar a la uruguaya, sobre todo en lo que a hospitalidad se refiere. Si bien uno llega a un país pensando en una cosa, es bueno darse que cuenta que la realidad es diferente y gracias a Dios en esta ocasión fue para mejor. Desde nuestro arribo al aeropuerto sentimos el cariño gigante que nos brindó la gente del LC Itam, que hasta confeccionaron un cartel a mano, en donde se notaba la dedicación que nos empezarían a brindar. Nuestro paquete de recepción también se notó armado con sumo cuidado y atendiendo hasta los mínimos detalles, como ser la inclusión de boletos de metro.
Por nuestro trabajo, tuvimos que tener contacto con público en general y lo único que generó esto fue una mayor certeza de lo hospitalario que es el pueblo mexicano, dado que cada persona con la que hablamos se interesaba mucho sobre nuestra cultura y todos nos recomendaron algún tipo de actividad para realizar, algún tipo de lugar que visitar o algún tipo de comida típica.
Si bien Montevideo es una ciudad muy pequeña, muy poco densa en lo que a población se refiere y con mucho menos tráfico que el DF, debemos destacar que no tuvimos opción de extrañar nada de nuestra ciudad, dado que encontramos en el DF un lugar, que al poco tiempo de haber llegado ya decíamos: “…la verdad que yo podría vivir aquí tranquilamente…”. Estando aquí descubrimos que la gente no usa tapaboca para no contaminarse, sino que lo usa para no contagiar a nadie con su gripa, también vimos que no existen avisos tales como: “HOY NO HAGA DEPORTE, DADO QUE EL INDICE DE POLUCIÓN ES MUY ALTO”, y también vimos que la gente puede dejar mochilas dentro de su coche y nadie las roba (cosa que en Uruguay es impensado). Descubrimos un lugar donde la gente saluda amablemente al conductor del bus y cuando se baja le agradece, un lugar donde no molesta hacer una pregunta a aquel que brinda un servicio y por sobre todas las cosas una ciudad donde la gente se ve contenta y optimista, por más que en estos tiempos se le teme al fantasma de la crisis.
Ahora bien, si tenemos que hablar de nuestra práctica, debemos decir que tal y como lo esperábamos, fue una experiencia más que enriquecedora. Si bien sabíamos a lo que veníamos, ninguno de los dos habíamos trabajo directamente en esto. El desafío lo tomamos desde Montevideo cuando decidimos buscar algo en lo que no tuviésemos experiencia y sobretodo trabajar en una ONG, para devolver a la sociedad (al mundo) parte de lo que nos brindó.
Desde el primer momento en que conocimos a nuestro jefe, nos planteó con absoluta claridad las cosas y nos dio un 100 % de confianza, inclusive nos recomendó que no cumpliéramos horario amparándose en la frase a los líderes hay que dejarlos actuar, los líderes no cumplen horarios. La confianza que nos inspiró en ese momento nos dio el coraje necesario para empezar nuestra labor con todo el ánimo del mundo y como que fuera algo que veníamos haciendo hace años.
Como todo en esta vida siempre se puede hacer algo más de lo que se pide, y es por ello que al notar la falta de recursos con la que contaba la ONG, propusimos actualizar la página web. Nuevamente se notó la buena disposición por parte de nuestros jefes y la total libertad para trabajar, por lo que se nos dejó usar nuestra creatividad para enriquecer el producto existente.
Desde el primer momento se nos brindaron todos los recursos necesarios para ejercer nuestro trabajo y siempre se pusieron a la orden por cualquier eventualidad, inclusive se nos sugirió no trabajar algún lunes o algún viernes si era para conocer el país. Siempre se nos aconsejo de la mejor manera sobre cómo actuar ante diversas situaciones y se preocuparon de nosotros en todo sentido, hasta nos prestaron un refrigerador dado que nosotros no teníamos y eso demoraba nuestra mudanza.
La verdad que nunca nos sentimos desmotivados con nuestro trabajo y pensamos que fue una experiencia 100 % enriquecedora para ambos. Lamentamos no quedarnos más tiempo, dado que aún quedan muchas cosas por hacer en la organización, pero seguramente será algún entrenado de otra parte del mundo el/la que continúe con esta labor.
Nos despedimos dando las gracias a todos aquellos que de alguna manera u otra se vieron involucrados en modificar nuestra vida durante estos tres meses, y sepan que siempre los vamos a recordar de la mejor manera, y sepan que en Uruguay tienen su casa.
Elina Rydstrom
Martín “Tincho” Leis